“Que haya mujeres que cobran menos que los hombres es ante todo injusto”, así lo ha señalado la comisaria europea de igualdad, Vera Jourová, con motivo del día de la Igualdad Salarial que se ha conmemorado este 3 de noviembre. Fecha en la que la Comisión Europea, a través de Eurostat, ha presentado datos sobre la brecha salarial. Pone de manifiesto que las mujeres ganan una media del 16,2 por ciento menos que los hombres en la Unión Europea. Eso significa que, comparando los sueldos, trabajarían gratis 59 días al año.
En España la brecha salarial es del 14,2 por ciento, triplicando las tasas de Italia, Rumanía y Luxemburgo. Lo que traducido en términos anuales significa que desde el próximo 10 de noviembre hasta fin de año las españolas trabajaran gratis si se compara de media sus sueldos con los de los hombres. 54 días de desequilibrio al año que parecen no mejorar, ya que, según la previsión de la Unión Europea, harán falta 70 años para acabar con esta desigualdad. Sin embargo, no es solo que trabajen gratis en relación a lo que cobran sus compañeros, es que además ya trabajan gratis en las tareas de cuidado del hogar y la familia, lo que equivaldría al 42,5% del producto interior bruto (PIB). Teniendo en cuenta todos estos datos, hay tres preguntas que se pueden plantear:
¿Cómo se calcula la brecha salarial?
Podemos aplicar varias mediciones. Si tomamos como referencia el salario/hora, la brecha salarial es del 14,9 %. Pero es mucho más elevada si analizamos el salario bruto anual: 35,7%. Ese porcentaje es lo que cobran de más los hombres con respecto a las mujeres. Sin embargo, según la metodología que se use para el cálculo, la brecha salarial oscila entre el 15% y el 36%, aproximadamente. Una diferencia bastante amplia.
La causa está en que el indicador “salario/hora” no tiene en cuenta las pagas extra, los complementos por rendimiento o las remuneraciones especiales. Así, por ejemplo, el cómputo de los salarios por hora que hace Eurostat no incluye datos sobre contratos que no sean a tiempo completo (el Banco Central Europeo los incluye en la categoría de subempleo) cuando más de dos millones de mujeres, frente a 794.100 hombres, trabajan a tiempo parcial. Lo apropiado, por tanto, es calcular la diferencia de género en las retribuciones con los salarios anuales brutos porque así se pueden conocer los ingresos reales entre las trabajadoras y los trabajadores.
¿Qué causa la brecha salarial?
Lo primero que se debe de tener en cuenta es que no se trata de una discriminación directa en la que una mujer gana menos que un hombre haciendo exactamente el mismo trabajo (hecho que es ilegal según el Estatuto de los trabajadores, pero que ocurre en algunas ocasiones), sino de una discriminación indirecta, el valor del trabajo es el mismo, pero el sueldo no. Es decir, la brecha se genera, sobre todo, premiando unas categorías u ocupaciones por encima de otras.
Así, la brecha salarial se explica por:
El gueto rosa
Los trabajos realizados por las mujeres están peor valorados económica y socialmente. Dicho de otro modo, las mujeres se concentran en mayor proporción en los empleos relacionados con el cuidado y la educación: trabajo social, limpieza, enfermería… que tienen peor valoración social y están peor remunerados. Asimismo, a igual valor de trabajo, las mujeres cobran menos. Es decir, un cristalero cobra más que una empleada de limpieza, o una cajera cobra menos que un reponedor.
El cuidado
El 90% de las mujeres se hacen cargo de las tareas no remuneradas, como el trabajo doméstico y el cuidado de la infancia o de familiares. Un trabajo adicional, invisible y no pagado. Los hombres invierten de media nueve horas semanales, mientras que las mujeres trabajadoras dedican 22 horas a la semana, casi cuatro horas diarias. Esto es lo que se denomina doble jornada laboral, es decir, las mujeres trabajan dentro y fuera de casa con las consecuencias que ello conlleva para la salud y la calidad de vida de las mujeres que apenas pueden disfrutar de tiempo libre. Esa falta de corresponsabilidad lleva a que las mujeres trabajen a media jornada en mayor medida que los hombres. El 74% de las mujeres trabajan a tiempo parcial. El sueldo es 5 euros inferior que si trabajaran a jornada completa. Esto no es porque quieran trabajar menos o tengan menos cualificación, sino porque los hombres no se encargan del cuidado. Lo mismo pasa con las excedencias (el 34% de los hombres españoles piden una excedencia para cuidar frente al 42% de las mujeres), la reducción de jornada, las bajas por maternidad…
Precisamente, esos roles y estereotipos que abocan a las mujeres al ámbito casi exclusivo del cuidado, hace que a las mujeres les cueste más que a los hombres conseguir un trabajo. Esto es así porque la empresa presupone que si contrata a una mujer joven se va a quedar embarazada y por ende va a faltar más al trabajo, mientras que si es el hombre quien va a tener un bebé se valora positivamente porque se entiende, también por el rol, que se va a implicar más. En consecuencia, cuanto más tarde se incorporan a la vida laboral, menos cotizaciones tienen.
El techo de cristal
Los puestos de mayor responsabilidad están ocupados por hombres, son ellos los que deciden quien promociona, quien cobra pluses, etc. Asimismo, sólo el 6,3 por ciento de quienes dirigen empresas son mujeres, lo que hace que las mujeres, al no ocupar puestos de responsabilidad, cobren menos.
La falta de negociación del salario
Está demostrado también que las mujeres no negocian el salario en la misma proporción que los hombres, lo que desemboca, de nuevo, en que cobren menos.
A todo ello, se pueden sumar los complementos de nocturnidad, peligrosidad, nocturnidad… Los hombres acceden más a los complementos salariales porque se entiende que tienen más disponibilidad para realizar trabajos en fines de semana o en condiciones de peligrosidad, y esto está relacionado con el rol que se entiende que las mujeres tienen la sociedad que es de cuidar y que está repercutiendo directamente en el acceso de las mujeres al trabajo.
La precariedad laboral
El 64% de las personas que trabajan en condiciones precarias y con salarios que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas son mujeres.
Todo ello aumenta el riesgo de pobreza en las mujeres. Y lo que es peor, se mantiene a lo largo de los años. Como resultado, la brecha de pensiones entre mujeres y hombres es del 36,6 %. Lo que significa una mayor feminización de la pobreza, una mayor frustración y dependencia económica de las mujeres, y una pérdida importante de talento por parte de la empresa. Hechos que se han visto agravados por la crisis económica, la desaparición de la ley de dependencia, el aumento del paro y la disminución del salario. Los datos lo dejan claro, si alguien tiene que dejar de trabajar para cuidar, son ellas en el 95% de las ocasiones. Un reparto equitativo en las tareas del cuidado del hogar y la familia fomentaría la igualdad, pero por el momento no existe.
¿Qué soluciones se pueden aplicar para terminar con la brecha salarial?
Una de las principales causas de la desigualdad salarial es la diferencia en el uso del tiempo de mujeres y de hombres. Las mujeres siguen empleando mucho más tiempo al cuidado del hogar y de la familia. Esto denota que mientras los roles de género sigan predominando en la sociedad, la igualdad entre mujeres y hombres no será posible. Es imprescindible, por tanto, aprobar permisos de maternidad y paternidad iguales, intransferibles y pagados al 100% para que haya corresponsabilidad. También sería oportuno recuperar la Ley de Dependencia, ya que la ausencia de la misma lleva a que sean las mujeres quienes estén haciendo ese trabajo de manera gratuita. Y, por supuesto, regular una ley de igualdad salarial que sea eficaz, clara y transparente.
Jéssica Murillo Ávila, periodista experta en igualdad e intervención en violencia de género