Los roles y estereotipos afectan a la salud de las mujeres

Los roles y estereotipos afectan a la salud de las mujeres
28 mayo 2019 Concilia2

El 28 de mayo es el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, una oportunidad para recordar, difundir y reivindicar el derecho de todas las mujeres a gozar de una salud de calidad y gratuita.

La definición de la salud ha ido evolucionando. La Organización Mundial de la Salud la define como el bienestar físico, psíquico y social. Esto significa que no solo concibe la salud como la ausencia de enfermedades, sino que tiene en cuenta otros factores que también interfieren, como el entorno en el que vivimos, los hábitos, la alimentación, las relaciones personales… En este sentido, la salud no solo afecta a lo físico, también a lo mental.

La salud de las mujeres

Salud en las mujeresDiferentes estudios e investigaciones apuntan a que las depresiones y ansiedad afectan en mayor medida a las mujeres que a los hombres. También ha aumentado el número de mujeres que padecen estrés. Las soluciones que se dan están relacionadas con el tratamiento farmacológico, sin tener en cuenta el contexto social en que se vive y las circunstancias vitales desde la perspectiva de género. Estos medicamentos ayudan a dormir, calmar el dolor y reducir la ansiedad, pero no suprimen la verdadera causa del malestar.

Así, conviene resaltar que la salud mental de las mujeres está directamente relacionada con la carga de trabajo que realizan y, por ende, con los roles y estereotipos que las encasillan. Los datos constatan esta afirmación. Las mujeres dedican más tiempo al trabajo del cuidado del hogar y de la familia: El Instituto Nacional de Estadística (INE) en el estudio “La vida de las mujeres y hombres en Europa” del año 2017, indica que, de promedio, el 92% de las mujeres se ocupan en Europa del cuidado y educación de sus hijas e hijos, porcentaje que en España llega al 95% mientras que en el caso de los hombres la media europea es de un 68%, igual que el porcentaje nacional.

En cuanto a las tareas domésticas, el 79% de las mujeres en la Unión Europea realizan las tareas del hogar a diario (un 84% en España), en comparación con el 34% de los hombres (un 42% en España). Esto significa que, la incorporación totalmente asumida de las mujeres al empleo, no ha traído como consecuencia la incorporación de los hombres a las tareas del cuidado del hogar y de la familia. Lo que conlleva a que sean las mujeres quienes siguen haciendo dobles y triples jornadas laborales, con la consecuencia que todo ello conlleva para su salud física y psicológica de las mujeres, pero también social, consecuencia del aislamiento, renuncia a sí mismas e insatisfacción que supone. Un peso invisible que se genera por el esfuerzo constante de las responsabilidades de la casa, la familia y el empleo.

«El malestar que no tiene nombre».

Estas situaciones provocan que las mujeres vayan acumulando unos sentimientos que les cuesta identificar y expresar. «El malestar que no tiene nombre». Así es como la teórica feminista Betty Friedan definió esa sensación en la “Mística de la feminidad” en 1963. Este libro, que contribuyó de forma decisiva a la emergencia de la llamada «segunda ola» del feminismo, reflejaba el malestar que experimentaban, de forma cada vez más aguda, las amas de casa estadounidenses de clase media que vivían en los barrios residenciales, donde existían altas tasas de depresión, suicidios y alcoholismo. Las mujeres de aquella época vivían una inmensa  insatisfacción, sumergidas en una vida dedicada a los cuidados gratuitos. Se sentían vacías, carentes de ánimo, diagnosticado por los médicos de entonces como “síndrome de fatiga crónica” bajo pastillas. La historia continúa en nuestros días.

¿Cómo mejorar esta situación?

Es importante que las mujeres detecten este malestar como una señal de necesidad de cambio, de desarrollo personal, autocuidado y autonomía. Iniciar este proceso de cambio es difícil. Por el camino habrá miedo, críticas e incluso temores, buscando excusas para aplazar el momento. Es necesario, por tanto, revisar los roles y estereotipos de género que han sido interiorizados, cuestionarlos y avanzar. Puede ocurrir que haya personas del entorno que reaccionen con incomprensión, otras lo aceptarán. No obstante, lo más importante es la propia valoración y bienestar. ¿Cómo se puede mejorar la salud mental?

  • Lo principal, es garantizar la corresponsabilidad y la conciliación.
  • No esperar a sentirse mal para cuidarse. Descansar y disfrutar de actividades que les hagan sentir bien. Preguntas como: ¿Qué quiero? ¿Cómo me siento? Y ¿Qué necesito? Pueden ayudar en este proceso
  • Reflexionar sobre los roles y los estereotipos interiorizados como naturales, cuestionarlos y desmontarlos
  • Compartir los sentimientos y preocupaciones con personas que estimulen, hagan sentir bien y ayuden, huyendo de las personas tóxicas y negativas
  • Comunicar aquello que no gusta de forma clara y poner límites, no asumiendo de facto toda responsabilidad. Es importante, que cuando no se haga, no sentirse culpable.
  • Buscar referentes que ayuden a avanzar

Jéssica Murillo, periodista experta en igualdad e intervención en violencia de género 

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