Ya sabemos que la rigidez horaria no favorece nada a la conciliación familiar, personal y laboral. Incluso se podría decir que en algunos momentos, la productividad se ve afecta por esa rigidez.
Las bolsas de horas de trabajo o bolsas horarias son una medida que puede resultar, en un primer momento, una buena opción para conseguir la tan necesitada conciliación. Siguiendo este método de organización, el empleado o empleada puede distribuir su jornada laboral siempre que se cumplan el número de horas contratadas y los objetivos propuestos. Por ejemplo, si está contratado/a 40 horas semanales, se podrá distribuir esas 40 horas como desee. Irá a trabajar solo por las mañanas, solo por las tardes, todo el día, o como mejor le convenga.
Las bolsas de horas de trabajo se podrán distribuir de manera semanal, mensual o incluso anual.
Está claro que este método de organización no se puede adaptar ni a todas las empresas, ni en todos los departamentos de una empresa. En aquellas empresas o departamentos en los que se trabaje directamente con el cliente, no se podrá aplicar esta forma de organización.
El debate empieza si la empresa, por su parte, se reserva el derecho de tener localizable al empleado en cualquier momento de la jornada laboral. También se puede exigir un mínimo de productividad y de objetivos conseguidos. En ese caso, se podría decir que se tiene un horario libre pero estando disponibles y atentos al teléfono durante toda la jornada laboral, estemos o no en nuestro puesto de trabajo.
Otra herramienta para la conciliación en el entorno laboral, y que parece más asequible y fácil de implantar, es el horario de entrada y salida flexible. Por ejemplo, poder empezar la jornada laboral de 08:00 a 10:00 y poder terminarla de 15:00 a 17:00.
¿Qué os parecen estas medidas?
