Prevención de riesgos laborales deben incluir la perspectiva de género en sus planes. Desde Concilia2, os damos algunas ideas para que la salud de las mujeres esté presente.
La salud de la mujer, invisible
Coincidiendo con el 28 de mayo, Día Internacional de acción por la Salud de las Mujeres, analizamos su inclusión en el mundo laboral. La salud de las mujeres, sobre todo en cuanto a lo laboral, los cuidados y la parte reproductiva no siempre ha estado entre las principales preocupaciones de las instituciones. Pero los datos están ahí. Mientras que el 27% de la población activa española destaca haber padecido problemas físicos con motivo del teletrabajo, en el caso de las mujeres, este porcentaje sube hasta el 35%, catorce puntos porcentuales por encima del dato facilitado por los hombres.
La doctora Carme Valls en su libro ‘Mujeres invisibles para la medicina’ ya constata la brecha de género que existe incluso en la salud. Por un lado, el estudio de la medicina muchas veces no tiene en cuenta en la investigación el efecto de enfermedades o de los medicamentos sobre las mujeres. Por otro lado, Valls destaca que el patriarcado impide quejarse a los hombres, lo que retrasa el diagnóstico y empeora la atención preventiva. ¿En qué más situaciones se olvida a la mitad de la población?
Salud en el trabajo
La empresa también es un lugar donde la perspectiva de género debe estar presente. También y, sobre todo, en la prevención de riesgos laborales. La perspectiva de género, según la Comisión Europea, “toma en consideración y presta atención a las diferencias entre hombres y mujeres en cualquier actividad o ámbito dados de una política”. No solo se trata de analizar los aspectos de género, sino de introducir de forma sistemática en la estructura, en las políticas y planes, acciones que permitan reducir la desigualdad entre hombres y mujeres.
Una realidad muy necesaria en el mercado laboral. Una vez más, los datos avalan esta necesidad. La incorporación de la mujer al trabajo asalariado, el envejecimiento de la población y la mayor ocupación por parte de las mujeres en los puestos más precarios indican una urgencia. Por contra, el 60,65% de las Enfermedades Profesionales registradas se produjeron en hombres, mientras que solo el 39,35% en mujeres. Los sectores en los que trabajaban estas mujeres fueron, mayoritariamente, comercio, industria de la alimentación, hostelería, servicios a edificios y jardinería y actividades sanitarias.
¿Qué pueden hacer las empresas?
Las medidas son muchas, empezando por adaptar la mira de los Recursos Humanos a las necesidades y circunstancias de todos los empleados/as. Empezando por realizar el plan de riesgos laborales con la mirada de que los y las trabajadoras son una masa uniforme. ¿Cómo lo hacemos? Con un buen análisis de la plantilla, con la participación de mujeres y hombres en el proyecto y consultando las guías disponibles en organismos como el Ministerio de Sanidad.
Concretando, podemos apuntar ciertos puntos por donde empezar:
- Prevenir la doble jornada fomentando la corresponsabilidad. La Comisión Europea alerta de que las mujeres, a pesar de estar más preparadas, tienen más dificultades para entrar y mantenerse en el mercado laboral. La causa está en la falta de corresponsabilidad. Aún son ellas las que tienen que elegir entra trabajar remuneradamente o cuidar. Ese doble trabajo carga de esfuerzo y riesgos para la salud física y mental de las trabajadoras.
- Prevención en el embarazo de riesgo. No solo la baja laboral es una opción cuando el embarazo puede tener cierto riesgo, sino también adecuar el puesto de trabajo a esta situación. En en el artículo 22 de la Ley 31/1955, de Prevención de Riesgos Laborales ya se aprecia esto. Mantener y adecuar el puesto de trabajo siempre que se pueda y cambiar si no se puede. Un uniforme adecuado, áreas de descanso, la manipulación de cargas o el espacio en el tercer trimestre son solo algunas de las recomendaciones de Sanidad.
- Habilitación de salas de lactancia en el trabajo. Otra de las medidas claves para cuidar de la salud laboral de la mujer en todas las etapas que puede tener su vida es la del postparto y lactancia. Después de la baja por maternidad, la incorporación debe tener en cuenta esta situación, dotando el espacio de trabajo de lugares para el descanso y la lactancia. Un sitio íntimo, con descansos regulares y una flexibilidad para trabajar de forma presencial o teletrabajo ayudan.
- EPIs adecuados a la fisonomía femenina. La pandemia ha evidenciado que muchas veces los sistemas de protección personal en los trabajos solo están pensados para los hombres. Tallas de monos grandes, guantes que no permiten trabajar, gafas de seguridad que no cierran por ser demasiado grandes. Lo mismo que con uniformes, los EPIs deben adaptarse no solo en talla, si no también en forma al cuerpo de trabajadores y trabajadoras.
- Prevención del acoso sexual y sexista. Hablando de salud de las mujeres en el entorno laboral no podemos dejar de hablar de salud mental. Ya se ha visto que, no solo en el caso de las mujeres, el acoso es una de las primeras causas de abandono laboral. Al igual que en la medicina, la salud mental de las mujeres no siempre ha tenido peso. Para eso, los planes de igualdad y la prevención de riesgos laborales deben articular protocolos que permitan identificar y actuar en estos casos. La sensibilización y un clima libre de violencias favorecerá a llegar al objetivo.
En todos estos casos, que la empresa o institución esté comprometido con la salud de la mujer no solo reporta beneficios para las empleadas si no para el conjunto. Empezando con la reincorporación rápida al puesto de trabajo, la reducción del absentismo, mayor productividad, más talento y cualificación y una mejora considerable de la imagen de la empresa.
Laura L. Ruiz, periodista especializada en igualdad