¿Por qué el 25 de noviembre es el Día Internacional contra la violencia a las mujeres y no a los hombres?

¿Por qué el 25 de noviembre es el Día Internacional contra la violencia a las mujeres y no a los hombres?
19 noviembre 2018 Concilia2

El 25 de noviembre de 1960, los cuerpos de las hermanas Mirabal eran hallados en el interior de un jeep hundido en un barranco, al noreste de República Dominicana. Horas antes, las tres mujeres, activas militantes contra el régimen de Trujillo, habían sido asesinadas por un escuadrón enviado por el dictador. Las mataron a golpes y las metieron dentro del vehículo para simular un accidente. Ellas eran tres hermanas y activistas políticas en contra de las injusticias y hoy siguen representando la determinación de las mujeres en las luchas libertarias. Así, en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá en 1981, se consagró el 25 de noviembre de cada año como el Día contra la violencia a las mujeres en honor a las dominicanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, las tres hermanas asesinadas. Años más tarde, en 1999, la ONU se sumó a la jornada reivindicativa y declaró cada 25 de noviembre Día Internacional para la Eliminación de la Violencia con el fin de prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y niñas. Hoy la violencia a las mujeres sigue presente en la sociedad. A las mujeres en el mundo se las mata por ser mujeres. Hecho que la Organización de Naciones Unidas ha calificado como una “pandemia global”.

Foto de Sydney Sims en Unsplash

La Declaración de la Asamblea General de Naciones Unidas en 1993 sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer afirma en el artículo 1 que se entiende por violencia contras las mujeres “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

“Violencia basada en el género”

Asimismo, en 1993 Naciones Unidas definió la violencia a las mujeres como el crimen contra la Humanidad más tolerado, extendido e impune. Por aquel entonces, reconoció también el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencias. Mismo derecho que también reconoció la convención de Belén do Para en 1994 para prevenir, erradicar y sancionar la violencia a las mujeres. Tanto en la Asamblea de Naciones Unidas como en la convención de Belén do Pará, se utilizó la expresión “violencia basada en el género” para calificar este tipo de violencias. Es decir, la sitúa como una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres. Esto la convierte en un problema social y de salubridad pública, tanto por las causas por las que se producen, una mentalidad machista, como por la cantidad de asesinatos que conlleva.

Esto significa que los hombres no pueden sufrir violencia de género porque no existe, ni históricamente ni en la actualidad, una educación que a las mujeres les haga pensar que son superiores a ellos. Tampoco un sistema estructurado que privilegie a la figura femenina sobre la masculina, hecho que sí pasa a la inversa. Esto no quiere decir que no haya mujeres que ejerzan violencia contra los hombres. Las hay y está penado también, pero la causa no es el género. Del mismo modo que a una persona heterosexual nadie ejerce la violencia sobre ella por ser heterosexual, ni a una persona blanca por ser blanca, a un hombre no se le ejerce la violencia por ser hombre. Son otras causas. El 90% de las veces que una mujer ataca a un hombre lo hace para defenderse. Iñaki Kajud, psicólogo de la Fundación Aspacia, asegura que “muchas de las mujeres que maltratan a sus parejas han sufrido violencia a lo largo de su infancia y/o por parte de sus parejas. El número de casos de mujeres que ejercen la violencia sin haberla recibido previamente es menor al de los hombres».

Precisamente por eso, la desigualdad de las mujeres respecto de los hombres,  se aplica una legislación concreta, ya que si se aplicara la misma ley para ambos casos sería ineficaz e injusto. La única manera de eliminar esta violencia específica es combatir sus causas.

Los asesinatos de varones a mujeres son porque las consideran inferiores y de su propiedad.

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Tampoco es comparable la violencia de mujeres a hombres cuantitativamente, pues la violencia que las mujeres ejercen contra los varones es mucho más inferior que la de los varones a las mujeres. El 70% de las mujeres que han sido asesinadas, el delito lo han cometido hombres. Según la Organización Mundial de la Salud, la violencia de género es la primera causa de muerte entre las mujeres de 15 a 44 años. Así como la mayoría de la violencia que sufren los hombres es por parte de otros hombres. De ese modo, el 75% de los hombres asesinados lo son por hombres. Esto significa que, tanto si las víctimas son hombres como mujeres, quienes cometen los homicidios son hombres, y esto está relacionado con la educación y el rol de masculinidad. Mientras los asesinatos de hombres a hombres se dan en general por peleas, extorsiones… Los asesinatos de varones a mujeres son porque las consideran inferiores y de su propiedad. Emplean la violencia para mantener el poder y el control sobre las mujeres. Miguel Lorente, médico forense, profesor en la Universidad de Granada y exdelegado de violencia de género, afirma que «para estos hombres, la violencia no solo les ayuda a imponer su voluntad, sino que además al hacerlo de ese modo los convierte en “más hombres”, por eso asumen las consecuencias de su conducta criminal y se reivindican como hombres al entregarse de forma voluntaria (aproximadamente el 74% lo hace) o por medio del suicidio (un 17% lo comete tras el homicidio)». Por tanto, si de verdad se quiere acabar con la violencia de género hay que trabajar desde la coeducación y, de ese modo, romper con esos roles de masculinidad que hacen sospechar a los varones que para conseguir sus objetivos deben ser violentos. Ello implica medidas integrales que vayan enfocadas a los agentes de socialización causantes de la difusión de los roles y estereotipos que conllevan a conductas de abuso y dominación que desembocan en este tipo de violencia.

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Jéssica Murillo Ávila, periodista experta en igualdad e intervención en violencia de género

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