La prevención de riesgos laborales en las empresas es un factor clave. Hasta ahora, se ha detenido en el terreno de la salud física, mientras que la salud mental se ha pasado por alto. De hecho, España está a la cola de la gestión de la salud psicosocial en el trabajo. Apenas cuatro de cada 10 empresas españolas aseguran contar con políticas de apoyo a la salud y el bienestar mental. Un problema que se ha visto agravado con la crisis del coronavirus, que ha aumentado el malestar psicológico de la plantilla de muchas organizaciones. Este hecho ha visibilizado que ahora, más que nunca, las empresas deben incorporar fórmulas que permitan aumentar la satisfacción, el bienestar y la confianza del equipo de trabajo. Hacerlo trae múltiples beneficios: incrementa la productividad y, además, retiene y atrae el talento.
La semana pasada hablábamos en Concilia2 de la necesidad de incorporar la coeducación afectiva en las escuelas. Sin embargo, priorizar la salud emocional también es labor de las empresas.
España a la cola de políticas de salud mental laboral
La salud mental se define como el bienestar psicológico y emocional. La Organización Mundial de la Salud desarrolla esta definición como un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad.
No obstante, los datos arrojan que en el ámbito laboral la salud mental brilla por su ausencia. Las altas cargas de trabajo, sumadas a las largas jornadas y a la tensión propia de los entornos laborales, afectan a la salud mental. Según indican los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 60% de la población activa en España sufre estrés en el trabajo. Un porcentaje que según la Organización Mundial de la Salud ha ido en aumento durante los últimos años.
Según el estudio “The Workforce in Europe 2018”, realizado por ADP, tres de cada diez personas se sienten tan estresadas que piensan en buscar otro empleo mejor. Lo más preocupante es que un porcentaje importante cree que su compañía no se interesa por su salud mental. No se equivocan. Sobre todo, si tenemos en cuenta los resultados del estudio Sanitas Salud y Bienestar Mental en el Entono Laboral. El informe certifica que, en España, solo cuatro de cada diez empresas llevan a cabo medidas de apoyo a la salud mental. Lo que convierte a nuestro país en uno de los que menos políticas de salud mental laboral llevan a cabo.
Efectos de COVID-19 en la salud mental de la ciudadanía
Si la salud mental ya era grave antes de la crisis del coronavirus, la situación se ha agravado en la actualidad. El coronavirus ha destapado altos riesgos de depresión y ansiedad. Tanto es así que la propia Organización Mundial de la Salud alerta del aumento a corto y largo plazo de la salud mental de la población. Las causas son evidentes:
- La pérdida de seres queridos
- Los efectos del confinamiento
- La angustia por los problemas económicos
- La preocupación por los contagios
- La dificultad para conciliar
- La incertidumbre sobre su futuro
Unos problemas que sufren más las mujeres que los hombres, ya que se encuentran con una situación laboral más precaria y se encargan en mayor medida de los cuidados. Hechos que incrementan la ansiedad y el estrés en ellas. Sobre todo, desde la aplicación del teletrabajo no regulado.
Salud mental en el teletrabajo
Desde el inicio de la pandemia, el porcentaje de trabajadores y trabajadoras en España que realizan su trabajo desde casa se ha disparado. Así lo refleja la encuesta sobre el impacto del Covid-19 elaborada por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) a finales de marzo y principios de abril. Las cifras hablan de 4,8% antes de las medidas de contención, hasta llegar a más del 35% en la actualidad.
Este rápido repunte puso en evidencia la importancia de regularlo con tiempos de descanso, jornadas, medios técnicos…También otras consecuencias como el aislamiento, el mayor número de horas trabajando, las carencias materiales, el estrés, la falta de desconexión, … Situaciones que, junto con la incertidumbre y el miedo de la pandemia, ha expuesto a gran parte de la plantilla a ansiedad, depresión, insomnio…
La peor parte, de nuevo, se la llevan las mujeres ante la falta de corresponsabilidad, que hace que la carga del cuidado del hogar y la familia continúe recayendo en ellas. Como resultado, las mujeres tienden a buscar su propio espacio de concentración y silencio durante la madrugada, bien sea retrasando el momento de ir a la cama o levantándose antes que el resto de miembros de la familia. En consecuencia, se sienten más cansadas ya que trabajan todo el día sin desconexión. También propicia una mayor precarización, así como graves consecuencias en su salud física y mental debido a la sobrecarga de las tareas.
Ante esta situación, desde el departamento de Recursos Humanos de las empresas, se debe brindar el máximo apoyo a la plantilla: Crear conciencia sobre el problema dentro de las organizaciones, establecer políticas para tratarlo y asesorar a los empleados y empleadas.
Repercute en la productividad
La Organización Internacional del Trabajo señala que los factores de riesgo psicosocial y el estrés relacionado con el trabajo pueden desencadenar en:
- Mayor absentismo
- Menor motivación, satisfacción y compromiso
- Rotación del personal e intención de renunciar
- Rendimiento reducido (menor eficiencia y precisión)
Elementos que afectan a la productividad, la competitividad y la imagen pública de la empresa. Por eso, señala la importancia reconocer que los riesgos psicosociales y sus consecuencias.
La gestión emocional debe ser prioridad en las empresas
Las empresas tienen que enfocarse en la salud emocional, mental y física de su plantilla. Un entorno de trabajo que no tiene en cuenta el bienestar psicosocial de su plantilla, conlleva a un impacto negativo en el rendimiento laboral, el compromiso y la calidad del trabajo. Por ende, invertir en el bienestar físico y psicosocial del capital humano es fundamental.
Estrategias a implementar
Es necesario la creación de una cultura de gestión de apoyo y un entorno de trabajo saludable que cuenten con programas de ayuda y servicios para la salud laboral. ¿Cómo?
- Reconociendo y adaptando las necesidades de cada persona
- Incorporando servicios de atención psicológica en el entorno laboral, garantizando el acceso a terapia y asesoramiento
- Realizando campañas de concienciación y ofreciendo recursos y espacios para hablar de los problemas de salud mental y compartir experiencias
- Generando un clima de confianza para hablar de estos temas, normalizando la salud mental en las empresas y ofreciendo apoyo en la empresa para que la plantilla explore y muestre sus sentimientos
- Volcando por escrito los tipos de ayuda disponibles, dónde acudir, procedimientos
- Reduciendo los factores de riesgos relacionados con el trabajo, mejorando la organización de los tiempos de trabajo e implementando políticas de conciliación corresponsable
- Fomentando conductas positivas
- Haciendo un seguimiento de cómo se encuentra la plantilla
Jéssica Murillo, experta en igualdad e intervención en violencia de género