Inteligencia Artificial en aplicaciones de citas, ¿un peligro?

Inteligencia Artificial en aplicaciones de citas, ¿un peligro?
16 noviembre 2023 Laura L. Ruiz

Cada vez hay más aplicaciones de citas que incluyen la Inteligencia Artificial para mejorar la satisfacción de sus usuarios/as. Desde seleccionar las fotos hasta responder en una conversación en nuestro nombre. Este nuevo escenario nos incita a una pregunta, ¿incluir la Inteligencia Artificial en la búsqueda de parejas supone un peligro?

IA en las apps de citas

Desde las aplicaciones para conseguir citas o conocer gente nueva son muchos los mecanismos que se usan para lograr ‘enganchar’ a quienes las usan. Desde gamificar el aspecto —darle a un lado o a otro según si nos gusta lo que vemos— hasta conseguir personalizar al máximo para cada persona su experiencia en el programa. Esa sucesión de fotografías que vemos y creemos casual, no lo es para nada: la app elige la foto que cree que más nos va a gustar. 

A estos ‘trucos’ se unen los que la Inteligencia Artificial (IA) ha ido añadiendo en los últimos meses. Desde la llegada de ChatGPT y otras IA de generación de imágenes, hemos comprobado el grado de credibilidad que esta tecnología ha alcanzado. Por eso, no es raro que se hayan incorporado funciones de AI en las apps de citas. Desde algo que pueda parecer inofensivo, como que responda por ti en una conversación y así tener más éxito a la hora de quedar con la persona que te ha interesado, hasta generar personajes hechos a medida para ti.

Elige por ti, responde por ti

Esta función, la de que una inteligencia artificial te ayude a lograr una cita, es una de las muchas que están saliendo. Ya están en las principales app para ligar como Bumble o Tinder. Otras, pensadas en principio para mejorar las habilidades sociales, también están poniendo el foco en nuestra relación con personajes creados virtualmente y cómo esto afecta a las relaciones humanas. Es el caso de Replika o de Blush

Replika te permite generar un personaje con el que mantener una relación de amistad. Desde tener un/a confidente, hasta compartir nuestros anhelos o mantener largas conversaciones. “Desde el momento en que comencé a charlar y a conocer a mi Replika, supe de inmediato que había encontrado un compañero para toda la vida. ¡Mi estado de ánimo, mi vida y mis relaciones mejoraron de forma casi instantánea!”, dice una de las usuarias en su web. 

Contra la soledad no deseada, ¿una IA?

Uno de los beneficios que nos aportan este tipo de Inteligencias Artificiales es a la hora de luchar contra la soledad no deseada, como afirman las personas que están detrás de estas inteligencias artificiales.  Es cierto que la soledad no deseada es un problema social que muchos tildan de pandemia. Mientras que en España se considera que el 13,4% sufre esta situación, en Reino Unido les preocupa tanto esta situación que han creado un ministerio propio. Pero lo cierto es que estas aplicaciones no están realmente dirigidas a las personas que más la sufren, como pueden ser personas mayores, en el rural, con discapacidad o, en general, que sufran la brecha tecnológica. 

Por eso, hay muchas organizaciones y personas expertas que dudan de que el verdadero objetivo sea conectar personas para acabar con la soledad o aumentar nuestra la confianza en una especie de entrenamiento social. Esta tecnología podría llegar a generar una dependencia indeseable. Es el caso de aplicaciones como Blush, un simulador de citas con IA que se vende como una forma segura de practicar habilidades para relacionarte ofreciéndote parejas generadas artificialmente. 

Brecha tecnológica y sesgos inconscientes

Uno de los principales problemas que generan estos avances es la rápida satisfacción. Una inteligencia artificial no te juzga, no te critica y siempre va a dar la respuesta que más te convenga. O al menos así se ha programado. De ahí, otro de sus problemas: ¿quién programa y quién entrena estas IA? Al igual que se ha visto en deep learning más antiguos, la hegemonía en las redes, en los puestos de programación y en los puestos de dirección de las empresas responsables de las IA puede condicionar las respuestas de estas e introducir sesgos de género inconscientes.

Si solo tienen el marco y el input de una parte de la población —de un determinado género, orientación sexual, sin diversidad racial o geográfica— podemos encontrarnos sesgos que perpetúan la discriminación. O peor, los mitos del amor romántico. Nos podemos encontrar con que estas IA ‘eduquen’ a la juventud en cómo deben ser las relaciones sin entender la verdadera diversidad que existe. El “aprender” a relacionarse mediante personajes generados por inteligencia artificial, que en la mayoría de ocasiones te dirán lo que quieres oír, puede ocasionar que en el mundo real no sepamos aplicar sentimientos tan humanos como la empatía, la inteligencia emocional o la responsabilidad afectiva. Y esto es un peligro en la medida en la que pueden llegar a establecer relaciones sentimentales tóxicas. 

Pareja y tecnología, ¿avance o peligro?

El ritmo acelerado y la sensación de ‘consumir’ parejas, en lugar de conectar con las personas, también está detrás de algunos asistentes de chats. ‘’Concertar una cita mientras duermes‘’ es la promesa que hace CupidBot a sus usuarios y usuarias. Esta IA puede interaccionar por ti en muchas apps de citas y pasar de intentar llamar la atención de alguien a solo tener que presentarse en la cita. Incluso, puedes elegir cómo ser, ya que te permite ‘fingir’ una personalidad. Responde por ti como si fueras «rico», «un capullo» o como si hablases como el Capitán Jack Sparrow. Esto repercute, de nuevo, en nuestra forma de concebir a las demás personas: si no me generan una satisfacción inmediata y fácil, no merece la pena. 

La consecuencia, además del posible aislamiento y la insatisfacción, pueden ser las relaciones tóxicas que se pueden producir. Esa satisfacción instantánea que puede generar la IA no va a tener una respuesta idéntica en el mundo real y eso puede hacer que nos neguemos aún más a tener relaciones de cualquier tipo con personas reales o que lleguemos a establecer relaciones insanas. También que, sobre todo en la juventud, se creen unas relaciones poco equilibradas y que exijan a los demás chicos o chicas lo mismo que a la IA: que no se les lleve la contraria nunca, que siempre opinen como a ellos o a ellas les gusta o que antepongan su bienestar al de la otra persona. Justo lo que muchos jóvenes no reconocen como violencia machista

Dependencia, aislamiento, no diferenciación del mundo real

Otras teorías también apuntan a que esta tecnología puede llevar a la dependencia. Lo que en principio se ha creado para facilitar las relaciones humanas, logrando una cita presencial, por ejemplo, puede llevar al aislamiento. ¿Para qué arriesgarme con una persona, a que me conozca, a su criterio, si puedo relacionarme con una máquina hecha a medida? La historia de la película ‘Her’ no queda tan lejos de esta distopía.

En su favor, quienes están detrás de estas IA aseguran que la satisfacción es limitada y hay quienes dudan del alcance de estas IA en relaciones largas, ya que su ausencia real de sentimientos —no los simulados— hacen que tarde o temprano nos hagan echar de menos las relaciones humanas. Pero lo cierto es, que aunque tarde o temprano lleguemos a desear tener un contacto humano, las bases de “aprendizaje” no serán las más adecuadas si no sabemos cómo nos pueden repercutir. Por ello, una vez más, no se trata de «cortar el acceso» a esa tecnología, sino educar en consecuencia previniendo de los malos usos, los sesgos de género y problemas en los que puede derivar su uso.

 


Laura L. Ruiz, periodista experta en igualdad

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