La crisis sanitaria por Covid-19 hizo aflorar aún más la problemática de las empleadas del hogar que reivindican sus derechos cada 30 de marzo.
Pobreza, mujer y precariedad
Es un viejo lema este que dice ‘la pobreza tiene rostro de mujer’. Y es que según la ONU, actualmente por cada 100 hombres de mediana edad en pobreza extrema hay 118 mujeres. Una brecha de género de la pobreza que aumentará en las previsiones a 2030, con 121 mujeres empobrecidas por cada 100 hombres. Una situación de pobreza a la que no solamente se llega por la violencia machista, la falta de empleo, sino también por la precariedad. No es casual que los sectores económicos con peores ingresos, peores perspectivas de mejora y más temporales tengan mayormente trabajadoras.
En concreto, la ayuda a domicilio, las auxiliares de centros residenciales y el trabajo doméstico. Aunque puedan parecer sectores similares, hay que diferenciarlos. Mientras que los dos primeros entran dentro de Estatuto de los Trabajadores como actividades reguladas con normalidad, la última no. Las cerca de 400.000 mujeres dadas de alta como empleadas del hogar se rigen por un régimen especial, con todo lo que supone.
Trabajadoras de segunda, pero esenciales
Al tener que estar en un Sistema Especial, no tienen reconocidos ciertos derechos que al resto de trabajadores por cuenta ajena sí. Como las tablas sindicales, la posibilidad de convenios colectivos o el paro. De hecho, es el único colectivo que sigue sin tener reconocido el derecho a la prestación por desempleo. Por eso, la situación de paro económico que se ha vivido con la crisis del Covid-19 ha afectado especialmente a estas trabajadoras, que fueron calificadas de esenciales.
Poco les sirvió ese reconocimiento, ya que las mejoras en sus condiciones siguen sin llegar. Desde el colectivo en el que se reúnen, Territorio Doméstico, defienden que la prestación que se hizo en plena pandemia para ellas no es suficiente. Entre otras cosas, por las condiciones, que dejaron fuera al 20% de las solicitantes y a otras muchas empleadas que ni lo solicitaron pese a necesitarlo. “La situación de vulnerabilidad y desprotección es total, y solo gracias a que nos apoyamos las unas en las otras hemos ido tirando”, comenta una de sus miembros, Amalia Caballero.
Mujeres migrantes, violencia económica
El cuidado de las personas dependientes no se detuvo con el Estado de Alarma, al ser una actividad esencial. Ese reconocimiento debería haber añadido valor al trabajo de las mujeres que asisten en el hogar o que trabajan incluso como internas en ellos, pero no fue así. Empezando porque muchas de ellas siguen trabajando de manera ilegal, lo que las deja totalmente indefensas ante un impago o un despido de sus empleadores. Por otro lado, deja a muchas sin la posibilidad de regular su situación, al no tener contrato de trabajo. Precisamente la situación de migrante irregular es algo que puede ser aprovechado por empleadores sin escrúpulos para pagar por debajo del salario mínimo e imponer condiciones semi esclavistas.
“Nos sentimos completamente abandonadas, el ministerio sólo pone paños calientes”, denuncia Graciela Cardona, representante del Sindicato de Trabajadoras del Hogar. “En noviembre -prosigue- nos dijeron que iban a montar un subsidio estructural para nuestro sector, pero no hay nada por ahora, y seguimos a la espera de la ratificación del Convenio 189”.
Convenio 189 y tablas mínimas
Precisamente, la ratificación del Convenio 189 de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) por parte de España es uno de los principales reclamos de estas empleadas. Esta medida establece el derecho al salario mínimo, estipula las horas de descanso diarias y semanales, además de blindar las condiciones de trabajo. Pese a que el Estado dijo en 2020 que lo ratificaría, sigue sin producirse.
Por eso, en este 30 de marzo, Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, las trabajadoras -que son un 90% del sector- demandan condiciones de trabajo dignas y plenos derechos. Más concretamente, la Plataforma por la Defensa del Empleo de Hogar y de Cuidados de Madrid solicitan este 30 de marzo unas tablas de salarios mínimos. En estas tablas se reflejan derechos tan esenciales como el contrato de trabajo por escrito, el alta en la Seguridad Social, recibir una nómina o recibo de sueldo. Condiciones básicas que son incumplidas repetidamente en este sector.
Descansos, también para internas
Además, reclaman que se fijen los descansos semanales a las 36 horas consecutivas y otras dos horas diarias para las internas. Ellas son precisamente quienes con el confinamiento más sufrieron la falta de descanso, al verse aisladas en el mismo centro de trabajo. También una forma de generar un convenio colectivo, que les permita luchar por mejorar sus condiciones más allá de los mínimos que establece la ley.
Inspecciones de Trabajo, la campaña
Además de estas reivindicaciones, cabe destacar que desde el Estado se han puesto recientemente en marcha acciones para velar por los derechos de estas empleadas. Es así la campaña que se está produciendo desde la Inspección de Trabajo y Seguridad Social (ITSS). Por medio de cartas, se dirigirán a los empleadores que figuren en las bases de datos de la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS) y que cumplen dos condiciones: un contrato de trabajo a tiempo completo y unas retribuciones. De esta manera quieren asegurarse que se respetan las condiciones, que se recuerda que el Estado tiene mecanismos para hacer cumplir la ley. El problema, todas las mujeres que siguen trabajando en el hogar de manera sumergida.
Laura L. Ruiz, periodista experta en igualdad