Empleadas domésticas, más cerca de sus derechos

Empleadas domésticas, más cerca de sus derechos
30 marzo 2023 Laura L. Ruiz

Si la reforma laboral subsanaba algunas de las carencias que tenían estas empleadas, un decreto acerca aún más la posibilidad de sentirse trabajadoras de primera. Podemos concluir que las empleadas domésticas están más cerca de lograr sus derechos plenos.

Real Decreto y reforma laboral del empleo doméstico

Casi medio millón de mujeres trabaja en el sector doméstico. Una estimación que sigue siendo uno de los sectores con más opacidad e informalidad. Trabajo por horas, en domicilios particulares, en los cuidados, unas de las tareas menos valoradas en el mercado de trabajo. Todo esto, y que sean mujeres en su mayoría, no ayuda a mejorar su situación

Pero si la reforma laboral reconocía ciertas reivindicaciones de las empleadas domésticas, un nuevo decreto ha aumentado sus derechos. La primera, la reforma laboral, afianzó el Salario Mínimo Interprofesional como la base remunerativa, que los contratos pasaran de temporales a fijos, el derecho a 30 días de vacaciones como la mayoría de trabajadores/as y que se persiga más el cumplimiento de estas normas por parte de quien emplea. Así, las empleadas domésticas están más cerca de lograr sus derechos plenos.

Derecho a paro

Pese a estos avances, quedaban fuera derechos asentados para los demás trabajadores y trabajadoras, pero no para las empleadas domésticas. Como el paro. En septiembre se volvía a hacer historia con la aprobación de un real decreto que sitúa a las empleadas domésticas más cerca de lograr sus derechos plenos. La norma, que no solo reconoce el derecho al paro, sino que también equipara más derechos para estas empleadas y elimina otra de las mayores desventajas para el colectivo: el despido sin causa. 

“Ya no es posible el llamado desistimiento. Por tanto, cualquier extinción laboral de una empleada de hogar deberá recoger la causa en la que se fundamenta”, explica el Ministerio de Trabajo. Eso sí, reconoce situaciones en las que se podría despedir que no existen en otros sectores. Disminución de los ingresos de la unidad familiar, modificación sustancial de las necesidades de la unidad familiar o pérdida de confianza de la persona empleadora en el comportamiento de la persona trabajadora.

Ratificación del Convenio 189

Se trata de un paso más adelante, que todavía tardará en tener efectos prácticos en el día a día de las empleadas. Y al igual que con otras reivindicaciones, tardará en llegar. Este es el caso de la ratificación del convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que, pese a llevar años reclamándose, no ha sido hasta el 1 de marzo de 2023 cuando España lo ha ratificado. Fue la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, quien depositó los instrumentos de ratificación de ambos convenios ante la OIT en Ginebra.

Este convenio iguala los derechos, pero no significa pasar a estar en el régimen general. Lo que sí que reconocen desde organizaciones como Territorio Doméstico, es que la campaña de comunicación dirigida a los empleadores y empleadoras del Ministerio de Trabajo ha logrado subir la cotización a muchas mujeres igualándola al SMI. El problema es que esas cartas nunca llegaron a quienes no dan de alta a sus empleadas ni cotizan por ellas. Y es que este hecho hace que la reforma laboral (fin de contratos temporales o salarios mínimos) no tenga tanta efectividad en las personas empleadas del hogar.

Violencia sexual y otras amenazadas

Pese a que las empleadas domésticas están más cerca de lograr sus derechos, quedan problemas. Es el caso de la regulación, ya que un porcentaje muy alto de mujeres son inmigrantes. La mayoría, procedentes de América del Sur y Centroamérica. Ellas están especialmente en vulnerabilidad al no contar con redes de apoyo o ser presionadas para aceptar condiciones poco dignas. En muchos casos esta condición no les permite reclamar su salario al ser despedidas o denunciar otras agresiones. 

Agresiones como la violencia sexual que sufren muchas de ellas. El acoso, el abuso e incluso el chantaje. Especial mención tienen, de nuevo, las trabajadoras internas. Su aislamiento, algo que se pudo ver en mayor medida en pandemia, las convierte en dobles víctimas. También si ellas mismas no cuentan con cuarto propio o espacio seguro en el que estar. Mucho menos, vivienda propia para guardar sus pertenencias o descansar en sus días libres. 

 


Laura L. Ruiz, periodista experta en igualdad

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