Dependencia: Femenino, Singular

Dependencia: Femenino, Singular
21 mayo 2013 Concilia2

Se entiende como Dependencia al «estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal».

En cualquier situación de dependencia siempre hay dos personas protagonistas. Por un lado, la persona en situación de dependencia y por otro, la persona cuidadora. Según datos oficiales, en la gran mayoría de los casos, el cuidador es una mujer, con una edad alrededor de los cincuenta años, casada y con estudios básicos.

Se trata de mujeres con un rol intrínseco de cuidadoras. Han cuidado de sus hermanos, de sus abuelos, de sus hijos, de sus maridos, y finalmente de sus padres. A pesar de dar tanto por los demás, estas mujeres son las menos cuidadas. Según los datos del Imserso, hay un mayor número de mujeres en los servicios de residencias. Los varones en situación de dependencia permanecen más en el domicilio que sus compañeras.

dependencia

Hasta hace poco estas mujeres eran invisibles. Se imponían ideas como «siempre se ha hecho así», «ellos trabajan», «ellos no saben», «es lo que debo hacer», liberando de la tarea del cuidado de los más mayores y enfermos, a hermanos, maridos, hijos y nietos. De esta manera, si alguien en la familia debía abandonar su trabajo para dedicarse al cuidado 24 horas, ese alguien debía ser la mujer. O si alguien compaginaba ambas actividades hasta el agotamiento, también era la mujer.

Aparece entonces el Síndrome del Cuidador Quemado, y se le pone nombre a las ojeras, al desánimo y al cansancio permanente. Este síndrome se caracteriza por un desgaste y agotamiento mental, emocional y físico que aparece en las personas cuidadoras. Se desarrolla a partir del estrés crónico que supone la dedicación durante las 24 horas del día, siete días a la semana, a cuidados repetitivos y absolutamente necesarios.

Los problemas físicos asociados a este síndrome son principalmente musculares, articulares y estomacales. Los problemas emocionales son la depresión, una autoestima baja, nula motivación, aislamiento. La persona cuidadora deja de lado trabajo, aficiones, compañías, proyectos y metas para centrarse en otra persona.

¿La solución? Empieza por un efectivo cumplimiento de la Ley de la Dependencia, ya debatida, cuestionada y recortada en multitud de ocasiones.

La Corresponsabilidad es esencial. La sociedad debe olvidar el rol de cuidador de la mujer y la idea de «ayudar en casa» debe substituirse por ser corresponsable y participar activamente en estas tareas. Aunque el cuidador principal de la persona en situación de dependencia sea un miembro de la familia en concreto, el resto de la familia no debe lavarse las manos. La organización de horarios y repartimiento de tareas aliviarán la carga del cuidador principal, sin descargarla en otra persona.

Las personas cuidadoras también deben levantar la voz, y pedir ayuda. Delegar en otros familiares o pedir ayuda profesional y sobretodo, cuidarse para poder cuidar.

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