Los estereotipos de género siguen muy presentes en nuestra sociedad. Aún en nuestros días se sigue educando en roles y estereotipos de género que condicionan constantemente las decisiones y acciones que se toman. También en el ámbito laboral, donde abundan los sesgos de género.
El sesgo en el empleo
El estudio John y Jennifer es un claro ejemplo de cómo influyen los sesgos de género en las empresas. Consistía en presentar dos curriculum idénticos para una misma candidatura: uno con el nombre de John y otro con el de Jennifer. Tras una valoración de los mismos, la mayoría de las personas puntuaban mucho mejor las competencias de él sobre las de ella. Además, a él se le ofrecía un sueldo mayor.
El estudio es solo un ejemplo más de como las mujeres se enfrentan a multitud de obstáculos a lo largo de la vida laboral. Son mayoría en las universidades y obtienen mejores calificaciones. Sin embargo, son quienes sufren mayores tasas de paro y más dificultades para acceder al empleo. Una vez consiguen uno, tienen más difícil promocionar, permanecer y tener las mismas condiciones que los hombres. De hecho, los trabajos más precarios, los contratos temporales y los trabajos a tiempo parcial están protagonizados, sobre todo, por mujeres.
Garantizar el acceso al empleo de las mujeres, rompiendo con los roles y estereotipos de género, es fundamental. Es por eso que las empresas deben basar sus decisiones de selección de personal en el mérito y las competencias de quienes se presentan al puesto. Esto no siempre ocurre, ya que en muchas ocasiones se cae, con recurrencia, en los roles de género.
Políticas de reclutamiento basadas en la igualdad
Solo una adecuada política de reclutamiento con perspectiva de género garantiza la objetividad. Para ello, el primer paso es formar en igualdad al personal de Recursos Humanos para evitar los sesgos sexistas, en muchos casos inconscientes, en el transcurso de su trabajo. También es importantes establecer medidas y herramientas para conseguir la igualdad en los procesos de selección. Una de ellas es la implantación del curriculum anónimo o ciego en los procesos de selección de personal.
¿Qué es el curriculum ciego o anónimo?
El curriculum ciego es aquel que, para evitar la discriminación en el proceso de selección, suprimen referencias personales tales como: nombre, apellidos, sexo, edad, fotografía, estado civil, nacionalidad u otras circunstancias específicas. Elimina así cualquier dato que pueda dar lugar a discriminación por sexo, procedencia o edad. El objetivo es que el personal encargado del reclutamiento pueda centrarse en las capacidades, habilidades y competencias de la persona candidata al puesto de trabajo a cubrir y realicen una valoración lo más objetiva posible. Además, refuerza el compromiso de la empresa con la igualdad.
Algunos límites
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. El curriculum ciego también cuenta con limitaciones. Después del primer cribado con el curriculum ciego llegaría la entrevista personal. Por eso, quienes no están a favor del curriculum ciego afirman que la discriminación no se elimina, sino que se aplaza hasta que llega la entrevista.
Por tanto, el curriculum anónimo representa, así, un primer filtro enfocado a las habilidades y competencias profesionales de la persona candidata. Y, aunque no es una herramienta definitiva para acabar con la discriminación y los estereotipos, sí puede acompañar a otras medidas de sensibilización en el ámbito de la igualdad de género en las empresas. Es decir, si previamente se ha formado a toda la empresa en igualdad y se ha interiorizado este valor, el curriculum ciego puede ser una estrategia muy óptima para un primer cribado. El segundo lo realizarán en la entrevista, pero la formación recibida para eliminar esos sesgos puede ayudar a que la discriminación no se aplace, sino que se elimine. Todo es cuestión de conciencia y educación.
Jéssica Murillo, periodista experta en igualdad e intervención en violencia de género