Cinco claves para evitar el «Síndrome del Cuidador Quemado»

Cinco claves para evitar el «Síndrome del Cuidador Quemado»
14 diciembre 2014 Concilia2

El Síndrome del Cuidador Quemado es el conjunto de una serie de síntomas que aparecen cuando el cuidador o cuidadora de una persona en situación de dependencia, parece haber llegado a su límite. Estos síntomas pueden ser tanto físicos como el cansancio extremo, los dolores musculares, o el trastorno del sueño, y emocionales, como la irritabilidad, la depresión, el sentimiento de fracaso y de culpa. Por último, también aparecen síntomas sociales, que son el aislamiento o el desinterés.

En el post de hoy, os damos cinco claves para evitar el Síndrome del Cuidador Quemado.

1. Buena alimentación.

Es importante llevar una dieta sana y equilibrada. No saltarse ninguna comida y tomarnos nuestro tiempo para disfrutar de ella. Aunque es importante seguir una rutina alimentaria y comer a unas horas más o menos fijas, también es recomendable retrasar un poco la comida y la cena si esto significa tener tiempo para realizar la comida tranquilamente.

2. Pedir ayuda.

Cada persona tiene sus limitaciones. Es importante conocer las nuestras y pedir ayuda antes de llegar a ellas. Es esencial saber pedir ayuda, sin sentirse culpable. Se puede recurrir a los amigos o la familia, o a servicios profesionales como puedes encontrar en el Servicio Doméstico de Concilia2.

3. Hacer ejercicio físico.

Hacer ejercicio físico es importante para mantenernos en forma, despejarnos, y también fomentar las relaciones sociales. Por ello, es recomendable optar por paseos u otro tipo de ejercicio al aire libre, clases con más personas y también actividades relajantes como el Yoga o el Pilates.

yoga

4. Tiempo para ti mismo y otras personas.

Hacer y recibir visitas de amigos y familiares, que pueden suponer un espacio de tiempo para relajarse y desconectar. Dar paseos o realizar actividades que nos gusten y nos interesen son esenciales para el cuidado de uno mismo.

5. Descanso suficiente.

Dormir al menos unas siete horas al día y además, intentar hacer unos veinte minutos de siesta siempre que se pueda. Si aparecen dificultades para dormir es recomendable probar con ejercicios de relajación, infusiones naturales y demás.

 

 

 

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