Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) llegaron para quedarse. De ese modo, transformaron la cotidianidad de las personas, así como las formas de trabajar. Sin embargo, aún existen brechas de género en este ámbito. Así, por ejemplo, el número de mujeres ejerciendo profesiones en las STEM apenas alcanza el 20%. La educación basada en roles y estereotipos de género tiene mucho que ver. En este sentido, el informe sobre la brecha de género en el ámbito digital de ClosinGap confirma esta idea. Las mujeres destacan en competencias digitales relacionadas con la comunicación. Los hombres en software. Esta disparidad, que se agudiza conforme aumenta la edad y desaparece en las nuevas generaciones, provoca sesgos de género en el acceso a herramientas digitales que es preciso corregir para lograr una recuperación económica en clave digital y desde la perspectiva de género.
La brecha digital de género
Al vivir en una sociedad con una evidente desigualdad de género, el uso y experiencia en el espacio online es diferente para hombres y para mujeres. Es por eso que es necesaria la introducción de la perspectiva de género en los estudios sobre este campo. Fue así como surgió el concepto de la brecha digital de género, que define una importante desigualdad entre mujeres y hombres, marcada por los sesgos de género en el sector y en mundo tecnológico. Ello queda patente en el uso, habilidades y forma de utilizar las tecnologías entre mujeres y hombres.
Las mujeres dominan la comunicación digital, los hombres el software
Lo confirma el octavo informe ClosinGap. Este asegura que las mujeres tienen mayores competencias en la comunicación digital que los hombres. Es decir, ellas presentan un mayor uso de las redes sociales, de la telefonía por internet y de la publicación de contenidos propios. Sin embargo, ellos desarrollan habilidades de software como la programación de lenguaje informático.
Esta diferenciación no es debida a un componente biológico, sino a la educación diferenciada de género. Tal es el caso, que ya entre los seis y los siete años, las niñas interiorizan estereotipos como atribuir a los hombres, más que a las mujeres, el talento, la brillantez o la inteligencia necesarias para abordar materias abstractas y complejas.
La educación como clave
Esta idea, es reforzada por diferentes estudios que afirman que hombres y mujeres hacen sus elecciones profesionales de acuerdo a la idea de lo que es más correcto para su género. De ese modo, los datos muestran que las mujeres se inclinan por la educación, la salud, las ciencias sociales, el arte, las humanidades y el derecho. Pero son escasas en las profesiones STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Un hecho que se agudiza, además, con la falta de referentes femeninos, al ser ocupaciones en las que predominan los hombres.
En la Unión Europea, únicamente un 21,5 % de quienes trabajan en el sector digital son mujeres. Solo el 9 % son desarrolladoras o programadoras. Y tan solo el 19 % de las empresas del sector TIC tienen entre su personal directivo a mujeres. Estos porcentajes, curiosamente, han disminuido con respecto a los de hace unos años, lo que evidencia una tendencia negativa.
Las consecuencias de la brecha digital en el empleo
A ello hay que añadir que las profesiones STEM serán las que mayor protagonismo tendrán en un futuro próximo. Por lo que, si no se fomenta en las mujeres estas competencias, aumentará la brecha en el empleo entre mujeres y hombres, así como el techo de cristal y la brecha salarial en las profesiones de este sector. Esto significa que poner límite a la brecha digital de género es un asunto urgente. No podemos permitir que los avances en el mundo digital se produzcan al margen de las mujeres y se cuente con ellas como meras consumidoras. De hecho, solo en nuestro país, el 58% de los trabajos en riesgo por la automatización son de mujeres.
La solución pasa por la creación de referentes femeninos en estas materias, así como la educación en igualdad sin roles y estereotipos. También por desarrollar competencias digitales para las mujeres, favorecer la igualdad de oportunidades en su desarrollo profesional y fomentar las vocaciones tecnológicas y científicas.
Aquí es donde las empresas deben tomar partido a través de estrategias para sensibilizar, formar y capacitar a las mujeres en habilidades digitales, lo que se traducirá en un éxito, no solo en la vida personal, sino también en el ámbito laboral. Por ende, es una inversión de futuro para las propias organizaciones. Aunque también para la economía global. Así lo señala el Informe ClosinGap: equiparar el número de mujeres trabajadoras en STEM digital generaría 31.200 millones de euros más al año, equivalentes al 2,8% del PIB en 2019.
La normalización de los estereotipos en los algoritmos
Mientras tanto, la infrarrepresentación de las mujeres está contribuyendo a la normalización de los sesgos algorítmicos y de la discriminación contra las mujeres. El hecho de que sean los hombres quienes diseñan los algoritmos hacen que se sitúe al género masculino como el valor predeterminado al femenino, como el valor atípico. Es lo que aseguran la UNESCO y la coalición EQUALS que ha puesto de manifiesto que la ausencia de mujeres en la inteligencia artificial está provocando importantes sesgos de género y la reproducción de roles y estereotipos.
Un ejemplo está en los asistentes personales como Siri, Alexa, Cortana y Google, todos ellos con nombres y voces femeninas a las que se les da órdenes. Según el estudio de la UNESCO, la preferencia de voces femeninas para asistentes digitales puede derivarse de las normas sociales de las mujeres como cuidadoras. El informe ClosinGap se decanta por la misma explicación e indica que se ha asociado la voz femenina con un carácter más atento, cariñoso o servicial.
Búsquedas diferenciadas
El estudio también destaca claras diferencias entre sexos en la búsqueda de contenidos en internet. De ese modo, las mujeres basan sus búsquedas en el entretenimiento. Los hombres en el deporte.
En cuanto a las compras online, las mujeres son más cautelosas. El 27,1% de las ellas evitan comprar por Internet por vincularlo a problemas de ciberseguridad. Cifra que desciende al 25,1% en el caso de los hombres.
Unos datos que dejan claro que no puede haber una economía digital ni una sociedad digital sin más de la mitad de la población: las mujeres. Es lo que ha evidenciado en los últimos meses la crisis sanitaria del coronavirus: el valor de la innovación científica y la necesidad de acelerar el proceso de digitalización. Por ello, hoy, más que nunca, debemos aportar soluciones en este campo para avanzar hacia la transformación digital en el entorno laboral. Si no acabamos a tiempo con la brecha digital de género, corremos un serio riesgo de retroceder en materia de igualdad de género.
Jéssica Murillo, periodista experta en igualdad e intervención en violencia de género