El acoso en el trabajo, una de las causas del abandono laboral

El acoso en el trabajo, una de las causas del abandono laboral
11 abril 2022 Laura L. Ruiz

Un porcentaje muy alto de las víctimas de mobbing acaba dejando su puesto de trabajo. Conocer las causas y saber qué hacer ante el acoso laboral es fundamental para denunciarlo. 

acoso laboral

 

Un perfil para detener el acoso

Según un estudio de un portal de búsqueda de empleo, el 65% de los y las trabajadoras que sufren acoso laboral deja su puesto de trabajo. Las razones son claras: las situaciones de mobbing generan tensiones, falta de motivación y hasta depresión. Gracias a una serie de entrevistas en diferentes sectores, se conoce que un 72% de las personas que sufren acoso manifiestan cambios de humor, depresión, insomnio, dolores musculares generados por el estrés y alteraciones en su comportamiento. Por eso, no es sorprendente que busquen como salida más fácil el abandono de su puesto de trabajo con tal de acabar con su sufrimiento.

Por otro lado, el perfil detectado de las personas que ejercen este acoso está centrado en personas de más alto rango. Según la investigación, el 63% de los acosadores y acosadoras son altos mandos directivos y jefatura de las principales empresas hacia los empleados más débiles psicológicamente. El resto viene dado por parte del resto de la plantilla hacia compañeros y compañeras del mismo rango (29%) y un 10% suponen el caso contrario, personas con menor nivel hacia personas de mayor rango. Siete de cada diez abusadores son hombres, al igual que las víctimas. El 30% de las mujeres que acosan lo hacen contra otras mujeres. 

¿Dónde se da más el acoso?

Los niveles y gestos que representan el acoso pueden ir desde una simple frase hasta acciones denigrantes. Una situación que puede ser muy sutil o muy evidente. De hecho, la situación de los trabajadores y trabajadoras acosadas también tiene que ver.  Estar en una situación de precariedad, inestabilidad laboral o falta de referencia dentro de la empresa para detectarlo, hace que acabar con la situación sea más complicado. En el caso de agresiones laborales, también tiene que ver con el género aunque no tenga motivación sexual. La precariedad laboral tiene rostro de mujer y son ellas, fundamentalmente, las más desprotegidas para poder denunciar. 

Según recientes estudios, las trabajadoras son las principales afectadas pero también hay trabajadores que son agredidos en sectores como la Administración pública. Una de las razones que se dan es que al no poder ser despedidos igual que en otros trabajos, son acosados con el objetivo de que renuncien. Los equipos de educación o sanidad también están en el ranking, donde la endogamia en el mundo universitario o la sensibilización del empleo hacen más propensos a que surja el acoso. La hostelería, el turismo, la auditoría o las organizaciones con componente ideológico -religiosas, sociales, políticas- continúan en la lista

Teletrabajo y el acoso

La reciente proliferación del teletrabajo ha hecho evidente que el acoso laboral no se frena con la no presencialidad. La exposición social que generan las nuevas tecnologías, el mail o las redes sociales, generan nuevas situaciones donde el acosador/a hace daño a su víctima. Por ejemplo, una situación violenta es obligar a participar en una videollamada a una persona sabiendo que no se ha preparado la reunión, afear en público, incluso por escrito, algún aspecto negativo de su trabajo, generar una distribución de las tareas dejando siempre las peores para la persona acosada, etc. 

Una mayor exposición, prolongada en la jornada y en el tiempo, también da espacio a las motivaciones que provocan el acoso. Las envidias, competitividad mal comprendida, diseños incorrectos de las tareas, desigualdades, discriminación o la falta de seguridad pueden ser algunas de las causas más frecuentes en el inicio del acoso laboral, también llamado psicoterror laboral y mobbing. Está en manos de todos y todas acabar con él. 

Soy víctima de acoso laboral, ¿qué hago?

Lo primero que tenemos que hacer es identificar el acoso. Debe ser un hostigamiento continuo y reiterado, no un hecho aislado. Además, todas las acciones del acosador o acosadora deben tener como fin perjudicar a la víctima. Con todo esto claro, la persona que sufre el acoso o su entorno deben denunciar. Para todas ellas, se aconseja recopilar pruebas y testimonios que demuestren el mobbing continuado. Un mail, un registro de llamadas a deshoras, cambios en horarios sin sentido, reparto de tareas… todo sirve. También deberá aportar si lo tiene las consecuencias médicas de dicho acoso: informes clínicos si ha tenido que ser tratado por ansiedad, por ejemplo.

Tienen varias vías y son recomendables acudir en este orden a ellas según la gravedad: exponer los hechos en su empresa, en una inspección de Trabajo y la vía penal. En lo estrictamente laboral, la víctima podrá decantarse por abandonar la empresa o, bien, exigir una corrección sobre el acosador/a. Según el artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores, la persona acosada puede solicitar la extinción de su contrato y exigir una indemnización similar a la de despido improcedente.

En el otro caso, la víctima puede pedir que la o el acosador sea despedido, trasladado o cambiado de horario para no coincidir. La persona acosada también puede denunciar a la empresa, como última responsable por no evitar el clima de acoso en sus instalaciones y desempeños. Se trataría de un proceso ordinario laboral en el marco de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social (LJS) donde un juez tendría la última palabra.


Laura L. Ruiz, periodista especializada en igualdad

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